domingo, 20 de octubre de 2013

Todos tenemos la responsabilidad de pensar

Esta entrada, la primera del nuevo curso, trata sobre unos vídeos titulados "Sócrates y la autoconfianza", en los cuales Alain De Botton habla sobre Sócrates y el por qué de su extraña manía de abordar a la gente mientras paseaba por el foro.
El narrador nos cuenta como las grandes masas tienden a seguir, y a hacer caso, a las personas importantes, es decir, políticos y gente con dinero, en general. Sócrates opinaba que esto se debe a que creemos, erróneamente, que este tipo de personas que parecen tan autoritarias y seguras de si mismas saben lo que hacen, saben hacia donde van, y por tanto, nosotros les seguimos como un rebaño tras su pastor. 
Sócrates abordaba a este tipo de personas, ricos griegos y guerreros, en el foro y les hacía preguntas sobre cómo y por qué estaban donde estaban y hacían lo que hacían. La mayoría de las veces recibía respuestas llenas de incoherencias. Un rico sabe explicar por qué es rico, un guerrero no sabe por qué lucha como lucha.
La segunda razón que nos puede llevar a seguir ciegamente a este tipo de individuos es que todos sabemos que, a veces, al estar furiosos, por ejemplo, podemos equivocarnos. Sócrates era un inconformista en este sentido, e iba creando confusión allí por donde pisaba. Su inconformismo tenía aliciente en la búsqueda de la verdad. Sócrates preguntaba a la gente por el sentido de la vida, preguntas que a menudo molestaban e irritaban a los atenienses, aunque a Sócrates estas molestias no parecían importarle. Al contrario, prefería parecer un loco a dejar que la gente  no se parara nunca a pensar. Su intención era que todos cuestionasen sus propias creencias, él creía que todos tenemos derecho a reflexionar sobre nuestras vidas e ideas y que todos teníamos capacidad para hacerlo. Por encima de todo, el propósito de Sócrates era que superásemos los prejuicios y la timidez, descubriendo nuestras verdaderas creencias y aprendiendo a justificarlas y defenderlas "con uñas y dientes". Con esto pretendía enseñar a creer en tu opinión por encima de creencias o ideologías dominantes, destacando así por encima de los demás.
Sócrates opinaba que era imposible crear buenas ideas sin pensarlas mucho, por lo que inventó un método para aprender a pensar. Este método consta de tres etapas:
-Primero hay que buscar una opinión considerada verdadera por la mayoría.
-Después hay que buscar incoherencias o contrapuntos a esta opinión, si encontramos una incoherencia a la opinión, entones es que esta ha de ser falsa.
-Por último, debemos buscar una nueva definición que se ajuste realmente a la opinión.
La verdad para Sócrates es aquella opinión que no se pueda contradecir.
Si seguimos el método, según Sócrates, seremos capaces de justificar mejor nuestra ideas, que serán más sólidas.
Gracias a esto, no tenemos que seguir a las masas, haciendo y pensando lo que los otros, si no que si pensamos distinto, sabemos como argumentarlo y defenderlo.
Para Sócrates, una vida sin reflexión no merece la pena vivirla. Para él, la reflexión y la filosofía no estaban limitadas a las universidades, si no que se podía filosofar en todas partes y que cualquier tipo de persona puede hacerlo. Nuestro problema, según él, es que escuchamos las opiniones de la gente importante y las aceptamos sin siquiera pensar si están bien o no.
Aunque Sócrates pensaba que cualquiera es capaz de reflexionar sobre sus ideas, sabía que la mayoría de la gente no lo hace, por lo que no todas las ideas deben ser escuchadas. No creía en la democracia, porque una idea no tiene por qué ser cierta solo porque la mayoría la defienda. Por encima de todo, la idea ha de ser lógica. Si no lo es, lo mismo da que la defienda la mayoría, porque es errónea.
Precisamente, nuestro filósofo murió por defender sus ideas por encima de las de la mayoría.
Todos podemos pasar de ser ovejas a ser filósofos.